domingo, 25 de noviembre de 2012

SÍNDROME DE LA GALLINA HIPNOTIZADA


   Si es usted profesor o trabaja en contacto directo con los jovencitos en proceso de puberización, habrá reparado en esa chavala de nombre impronunciable que, con la cabeza gacha, y cada vez que la ocasión se tercia, canaliza sus cinco sentidos en una mirada rectilínea que apunta hacia un algo situado entre el pupitre y su propio cuerpo, hacia un algo que todos sabemos que no es un libro -cinco segundos es mucho tiempo para dedicárselos a un libro-. Habrá reparado en el dato de que no sólo no parpadea, sino que, además, ni siquiera habla con su compañera, siendo ella la mismísima personificación de la locuacidad. Habrá tenido que reprimir la tentación de golpearle en la frente con los nudillos -¡toc, toc…!- para a continuación inquirir: ¿hay alguien ahí?. Se habrá acordado usted de esos personajes de las películas de marcianos que vuelven a la tierra después de haber sido abducidos y que miran sin ver porque sus mentes han sido reprogramadas en el interior del platillo volante. O quizás se halla acordado de la gallina hipnotizada mediante el procedimiento de trazarle una raya con tiza justo delante de los ojos.
    El fenómeno, ciertamente, no es exclusivo de los más jóvenes. Los abducidos por la tecnología son legión y los podemos encontrar en cualquier lugar del mapa, por recóndito o reservado que éste sea: en el cercanías, en el autobús, en el metro, en el avión, en el talego, en los despachos, en el parque, en el restaurante, en la playa, en la cima del Kilimanjaro, en el váter, en el paritorio, en el velorio… De hecho, es muy probable que usted mismo sea uno de estos, dado que el fenómeno es ya pandemia.

    He decidido sentarme delante del portátil y redactar estas líneas porque el otro día caí en la cuenta de que no es normal que un fenómeno social tan difundido carezca de nombre. ¿Cómo podríamos llamarlo sin necesidad de bajarse los calzones echando manos del inglés? Mis propuestas son estas dos: Síndrome de la Gallina Hipnotizada o Trastorno de Abducción Tecnológica.

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