No hay experiencia más
fascinante que la exploración del mundo interior. Los autores de
libros de historia y las novelas de aventuras suelen sentir debilidad
por aquellos personajes del pasado que arriesgaron sus vidas en su
empeño por alcanzar el corazón de los territorios más distantes.
Marco Polo, Cristóbal Colón, Magallanes, Elcano, Cabeza de Vaca,
Livington y tantos otros son los héroes que, habitualmente, copan
las portadas del papel cuché de la historia. Cada uno de ellos
aparece como un nudo gordiano que confiere unidad y cohesión a los
distintos episodios concretos y particulares de su época. Llegamos
incluso a sospechar que la ausencia de cualquiera de ellos produciría
un efecto inmediato de desleimiento que acabaría con la prelación y
jerarquía de los hechos y que arrastraría todo hacia el mar de la
uniformidad. Hace ya mucho tiempo que el hombre occidental holló el
rincón más distante del planeta, y esto es lo que explica el auge
del alpinismo y de la exploración submarina a partir, sobre todo, de
la segunda mitad del siglo XX. Si lo horizontal ya no nos estimula,
habrá que buscar nuevos retos en el ámbito de la verticalidad, en
lo más alto y en lo más profundo.
¿Quién se acuerda,
no obstante, de aquellos otros exploradores que fijaron sus metas en
las profundidades del más acá de su propio mundo interior? ¿Acaso
la aventura de éstos requiere un esfuerzo menor que la de aquéllos?
¿Acaso la exploración del mundo exterior no es, realmente, un
sucedáneo de la exploración del mundo interior? Los auténticos
retos están siempre dentro de nosotros mismos. El alpinista que se
enfrenta al K2 no se enfrenta realmente a ningún accidente
orográfico, se enfrenta a las limitaciones inherentes a su propia
naturaleza. Tampoco el torero se enfrenta a un animal que lo puede
herir o matar, se enfrenta al miedo que atenaza sus miembros. Todos
los reinos que hay que conquistar, todas las princesas que hay que
rescatar y todos los cofres que hay que desenterrar son, en el fondo
del fondo, distintos nombres para una misma realidad: el Sí Mismo.
Todavía habrá quien crea que Moby Dick es un relato que
cuenta la historia de un marinero que ha de dar caza a una ballena o
que El corazón de las tinieblas –A la mayoría le resultará
más familiar Apocalypse Now, de Coppola- cuenta la
aventura de un explorador que ha de remontar un río del África
negra para encontrar a un tal Kurtz. Estas interpretaciones son
válidas para el niño y para el jovencito adolescente, pues para
éstos la enigmática realidad todavía no ha hecho entrega de todos
sus secretos. San Agustín, Descartes, Pascal, Rousseau, Nietzsche,
Freud, Jung y cualquiera que haya tenido la osadía de contemplar el
interior de la propia pupila a través de su reflejo en el espejo,
son los auténticos héroes de la historia de la humanidad. El
espejito de la cruel madrastra de Blancanieves no es un simple objeto
material al que se atribuya la cualidad humana del habla, es un
símbolo de esa otra voz que se oculta en lo más profundo de nuestra
alma y que, a diferencia de lo que afirma el cuento, no siempre está
dispuesta a adularnos. Desde Freud sabemos cómo hay que actuar ante
fenómenos como los sueños y los cuentos populares: dándoles la
vuelta como a un vulgar calcetín. El alpinismo no es lo que aparenta
ser, es espeleología de alturas.
No sé si me he
explicado con claridad meridiana. ¿Se me ha entendido? ¿Seguro que
sí? No quiero que nadie se quede sin sacarle todo su jugo a la
lección de hoy, pues aviso desde ya que puede ser materia de examen
en el momento más inesperado. ¡Hummmm…! Dudo de que hayáis sido
sinceros en vuestra respuesta. Creo que habéis dicho que sí por
complacerme y para que deje de interpelaros continuamente. Ya sé lo
que vamos a hacer para comprobar que, efectivamente, todo el mundo se
ha quedado con el estribillo de la copla: ¡un examen sorpresa!
EXAMEN SORPRESA
IES.
ALDEA GLOBAL
DEP.
DE PROSPECCIONES PSICOLÓGICAS
Y
LITERATURA COMPARADA
APELLIDOS:…………………………….NOMBRE:…………………………………
NACIONALIDAD:………………………ORIENTACIÓN
(Subráyese lo que proceda)
-Lector macho.
-Lector hembra.
Duración: ¼ de
vida.
CUESTIONES:
2) Según
Freud, en los sueños y en los relatos de tradición popular
(mitos y cuentos) operan los llamados principios de
condensación y de desplazamiento.
Explique con sus propias palabras en qué consisten estos
principios y ponga un ejemplo lo suficientemente representativo
para cada uno de ellos.
|
Cuando termine con
la corrección ya os diré yo quién entiende y quién no. Aviso, no
obstante, de que soy un poco lento a la hora de corregir. Cualquiera
de mis alumnos lo puede confirmar. Si alguien considera que no va a
ser capaz de contener su impaciencia, le sugiero que utilice el
procedimiento de la autoevaluación en base a lo dicho hasta el
momento y en base también a lo que se habrá de decir en lo
sucesivo.
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