domingo, 20 de enero de 2013

ALEGORÍA DE LA CAVERNA -Dos claves para comprender su actualidad y vigencia-





    Las líneas que siguen redundan en las mismas ideas que ya abordamos en la entrada titulada HOMO VIDENS. Se trata aquí, básicamente, de poner de manifiesto la plena vigencia en el mundo actual de la famosa alegoría de la caverna platónica.

I

ALEGORÍA DE LA CAVERNA EN CLAVE TECNOLÓGICA


    -Ahora represéntate el estado de la naturaleza humana, con relación a la ciencia y a la ignorancia, según el cuadro que te voy a trazar. Imagina un grupo de jóvenes estudiantes de la ESO y del Bachillerato que a lo largo de su larga etapa educativa no hubiesen conocido otro medio de formación que los actuales soportes tecnológicos. Ya sabes: TV, Internet, Videojuegos y toda la demás cacharrería electrógena.
    -Ya me lo imagino. Te refieres, sin duda, a los llamados nativos digitales.
    -¡En efecto! Aunque yo diría, más bien, nativos visuales. Pero…, espera, que aún no he terminado con mi alegoría. Figúratelos, además, como si estuviesen incapacitados para prestar atención a cualquier otro estímulo que no tenga su origen en una pantalla, como si tuviesen el cuello sujeto e inmovilizado por un pesado yugo que les obligase a mirar siempre hacia abajo, siempre hacia un mismo y único sitio.
    -¡Extraños prisioneros y cuadro singular!
    -Se parecen, sin embargo, a nuestros jóvenes de ahora punto por punto.
    -Sí, es cierto. Si lo pensamos con detenimiento, no es tan extraño este cuadro tuyo.
    -¿No es cierto también que para estos jóvenes no habrá más realidad que aquello que se les muestre en la forma de imágenes, colores y destellos? ¿No comulgarán todos con ese famoso lema sofístico que defiende que una imagen vale más que mil palabras?
    -Sin ninguna duda.
    -Mira ahora lo que naturalmente debe suceder a estos sujetos si se los libera del yugo y se los trata de curar de su error. ¿Qué crees que ocurrirá cuando se los prive de las hipnóticas pantallas? ¿No sucumbirán a una terrible crisis de ansiedad nerviosa al verse privados, tan de repente, de su habitual vínculo con la realidad? ¿No se sentirán desamparados, como si fuesen niños pequeños a los que se les acaba de negar la teta materna? ¿No buscarán con desesperación algún sucedáneo con que paliar su malestar?
    -Es lo más probable.
   -¿Y qué crees que pasará cuando el maestro les pida que lean una determinada obra, ya sea literaria, ya sea filosófica, ya sea científica? ¿Crees que serán capaces de seguir pacientemente el curso de las ideas y de captar la trabazón interna del discurso? ¿No echarán mano al momento de ese dispensario de conceptos premasticados y predigeridos que es Internet?...Pero no, no hace falta que respondas. Yo mismo puedo hacerlo por ti: acostumbrados como están, desde niños, a dejarse impresionar pasivamente por un flujo continuo de imágenes y de destellos, es inevitable que se cansen rápidamente y que muy pronto abandonen los estudios para, acto seguido, dedicarse a malvivir. ¡Y entonces el Sistema habrá vencido una vez más! Porque debe quedarte claro que eso es lo que persigue el Sistema político-económico actual: mano de obra barata, obediente y sumisa; operarios que sepan todo lo que se puede saber sobre el arte de apretar tornillos y que, en relación a todo lo demás, sean unos auténticos patanes.
    -¡Pobres maestros! Más de uno resultará agredido por alguno de estos jóvenes díscolos e ignorantes.
    -Sí, pobres maestros, pobres padres y, sobre todo, pobrecitos ellos mismos.





II

ALEGORÍA DE LA CAVERNA EN CLAVE ALIMENTARIA

    -Ahora represéntate el estado de la naturaleza humana, con relación a la ciencia y a la ignorancia, según el cuadro que te voy a trazar. Imagina un grupo de individuos que desde niños no han conocido otra forma de vida que la del nomadismo. Imagínatelos deambulando por los campos de un lugar a otro sin un lugar estable donde echar raíces e ignorantes por completo de las ventajas derivadas de la industria y de las artes.
    -Extraños personajes y extraña situación. Se supone que el nomadismo es una forma de vida ya superada desde hace mucho tiempo.
    -¡En efecto! Precisamente por eso, porque en nuestro tiempo ya no hay nómadas, te pido que hagas el esfuerzo de imaginarlos. Pero..., ¡en fin! ¡Déjame continuar! Imagina ahora cómo ha de ser la dieta de estos sujetos. Al desconocer las ventajas de la agricultura y de la ganadería, es preciso que su alimentación dependa íntegramente de lo que la Naturaleza buenamente les pueda ofrecer en cada época del año. Serán un pueblo de cazadores y recolectores. Y, siendo así, el fuego sólo lo utilizarán en momentos puntuales, de modo que los alimentos cocinados y elaborados sólo podrán catarlos de higos a brevas. ¿No crees?
    -Habría que tener el estómago de un rumiante para poder sobrevivir con una dieta similar.
    -Sí, claro. Ellos, en cambio, no habiendo conocido otras formas de vida distintas a la suya ni otras formas de preparar y consumir los alimentos, no echarán nada en falta y pensarán que sus costumbres son las mejores, como siempre ocurre. ¿Cierto?
    -Cierto.
  -Imagínate ahora que alguien procedente de un país lejano entra en conocimiento de este pueblo tan particular. Imagina que en este país la vida nómada es algo extinto desde hace muchísimo tiempo y que la industria y las artes florecen allí sin ningún tipo de interferencia. Imagina que la división del trabajo y la especialización funcional inherentes a toda forma de organización social estable ha propiciado el surgimiento de profesionales como agricultores, soldados, ganaderos, carpinteros, herreros, sastres, constructores..., es decir, todos los oficios destinados a cubrir las necesidades básicas y primarias. ¿Lo ves? Pero, como las necesidades del hombre no tienen límite, en esta sociedad no podrán faltar los profesionales responsables de satisfacer las apetencias sobrevenidas y superfluas. Habrá también afamados sastres, maquilladores, actores, decoradores, cocineros, pasteleros, gastrónomos, enólogos y críticos especialistas en la alta cocina...
    -La verdad es que no hay jungla más espesa que la sociedad humana. A veces tengo la impresión de que este mundo nuestro se parece demasiado a una inmensa tela de araña en la que nosotros, los ciudadanos de a pie, somos las moscas. Cuanto más nos movemos por esta tela pringosa, tanto más pringados, tanto más inmovilizados y tanto más esclavizados. ¡Asco de vida ésta, tú!
    -No te me vayas por los cerros de Úbeda de la divagación, que aquí el director del discurso soy yo. Como te iba diciendo… Mira ahora lo que naturalmente debe suceder a los individuos entregados a la vida nómada cuando este otro individuo trate de persuadirlos de que su dieta a base de harina de bellota es algo tosco y primitivo y de que existe una amplísima y variada gama de posibilidades en lo que respecta a la alimentación. ¿Qué crees que dirán cuando trate de explicarles el arte de la fermentación y posterior destilado de las uvas? ¿Crees que entenderán lo que se les explica? ¿Crees que, acostumbrados como están a la más absoluta inmediatez, tendrán la paciencia de aguardar varios años o décadas hasta que el producto esté en su punto de sazón?
    -Dirán que es demasiado tiempo y que no merece la pena esperar.
    -¡Efectivamente! Pues bien, similar a la de estos recolectores de otros tiempos es la actitud de quienes se confían ciegamente y de manera incondicional al testimonio de los sentidos. Los unos recolectan bellotas y huevos de pajarillos y los otros impresiones dispersas. Los unos renuncian a las exquisiteces del paladar y los otros a las delicias y a la embriaguez de la memoria, de la imaginación y del entendimiento. Porque has de saber, si acaso no lo sabes, que la embriaguez más poderosa es la que se obtiene después de haber apurado la ambrosía del saber y de la comprensión.

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