Las líneas que siguen
redundan en las mismas ideas que ya abordamos en la entrada titulada
HOMO VIDENS. Se trata aquí, básicamente, de poner de
manifiesto la plena vigencia en el mundo actual de la famosa alegoría
de la caverna platónica.
I
ALEGORÍA
DE LA CAVERNA EN CLAVE TECNOLÓGICA
-Ahora represéntate el estado de la naturaleza humana, con
relación a la ciencia y a la ignorancia, según el cuadro que te voy
a trazar. Imagina un grupo de jóvenes estudiantes de la ESO y
del Bachillerato que a lo largo de su larga etapa educativa no
hubiesen conocido otro medio de formación que los actuales soportes
tecnológicos. Ya sabes: TV, Internet, Videojuegos y toda la demás
cacharrería electrógena.
-Ya me lo imagino. Te refieres, sin duda, a los llamados
nativos digitales.
-¡En efecto! Aunque
yo diría, más bien, nativos visuales. Pero…, espera, que
aún no he terminado con mi alegoría. Figúratelos,
además, como si estuviesen incapacitados para prestar atención a
cualquier otro estímulo que no tenga su origen en una pantalla, como
si tuviesen el cuello sujeto e inmovilizado por un pesado yugo que
les obligase a mirar siempre hacia abajo, siempre hacia un mismo y
único sitio.
-¡Extraños prisioneros y cuadro singular!
-Se parecen, sin embargo, a nuestros jóvenes de ahora punto por
punto.
-Sí, es cierto. Si lo pensamos con detenimiento, no es tan extraño
este cuadro tuyo.
-¿No es cierto también que para estos jóvenes no habrá más
realidad que aquello que se les muestre en la forma de imágenes,
colores y destellos? ¿No comulgarán todos con ese famoso lema
sofístico que defiende que una imagen vale más que mil palabras?
-Sin ninguna duda.
-Mira ahora lo que naturalmente debe suceder a estos sujetos
si se los libera del yugo y se los trata de curar de su error. ¿Qué
crees que ocurrirá cuando se los prive de las hipnóticas pantallas?
¿No sucumbirán a una terrible crisis de ansiedad nerviosa al verse
privados, tan de repente, de su habitual vínculo con la realidad?
¿No se sentirán desamparados, como si fuesen niños pequeños a los
que se les acaba de negar la teta materna? ¿No buscarán con
desesperación algún sucedáneo con que paliar su malestar?
-Es lo más probable.
-¿Y qué crees que
pasará cuando el maestro les pida que lean una determinada obra, ya
sea literaria, ya sea filosófica, ya sea científica? ¿Crees que
serán capaces de seguir pacientemente el curso de las ideas y de
captar la trabazón interna del discurso? ¿No echarán mano al
momento de ese dispensario de conceptos premasticados y predigeridos
que es Internet?...Pero no, no hace falta que respondas. Yo mismo
puedo hacerlo por ti: acostumbrados como están, desde niños, a
dejarse impresionar pasivamente por un flujo continuo de imágenes y
de destellos, es inevitable que se cansen rápidamente y que muy
pronto abandonen los estudios para, acto seguido, dedicarse a
malvivir. ¡Y entonces el Sistema habrá vencido una vez más! Porque
debe quedarte claro que eso es lo que persigue el Sistema
político-económico actual: mano de obra barata, obediente y sumisa;
operarios que sepan todo lo que se puede saber sobre el arte de
apretar tornillos y que, en relación a todo lo demás, sean unos
auténticos patanes.
-¡Pobres maestros!
Más de uno resultará agredido por alguno de estos jóvenes díscolos
e ignorantes.
-Sí, pobres maestros,
pobres padres y, sobre todo, pobrecitos ellos mismos.
II
ALEGORÍA
DE LA CAVERNA EN CLAVE ALIMENTARIA
-Ahora represéntate
el estado de la naturaleza humana, con relación a la ciencia y a la
ignorancia, según el cuadro que te voy a trazar. Imagina un grupo de
individuos que desde niños no han conocido otra forma de vida que la
del nomadismo. Imagínatelos deambulando por los campos de un lugar a
otro sin un lugar estable donde echar raíces e ignorantes por
completo de las ventajas derivadas de la industria y de las artes.
-Extraños personajes
y extraña situación. Se supone que el nomadismo es una forma de
vida ya superada desde hace mucho tiempo.
-¡En efecto!
Precisamente por eso, porque en nuestro tiempo ya no hay nómadas, te
pido que hagas el esfuerzo de imaginarlos. Pero..., ¡en fin! ¡Déjame
continuar! Imagina ahora cómo ha de ser la dieta de estos sujetos.
Al desconocer las ventajas de la agricultura y de la ganadería, es
preciso que su alimentación dependa íntegramente de lo que la
Naturaleza buenamente les pueda ofrecer en cada época del año.
Serán un pueblo de cazadores y recolectores. Y, siendo así, el
fuego sólo lo utilizarán en momentos puntuales, de modo que los
alimentos cocinados y elaborados sólo podrán catarlos de higos a
brevas. ¿No crees?
-Habría que tener el
estómago de un rumiante para poder sobrevivir con una dieta similar.
-Sí, claro. Ellos, en
cambio, no habiendo conocido otras formas de vida distintas a la suya
ni otras formas de preparar y consumir los alimentos, no echarán
nada en falta y pensarán que sus costumbres son las mejores, como
siempre ocurre. ¿Cierto?
-Cierto.
-Imagínate ahora que
alguien procedente de un país lejano entra en conocimiento de este
pueblo tan particular. Imagina que en este país la vida nómada es
algo extinto desde hace muchísimo tiempo y que la industria y las
artes florecen allí sin ningún tipo de interferencia. Imagina que
la división del trabajo y la especialización funcional inherentes a
toda forma de organización social estable ha propiciado el
surgimiento de profesionales como agricultores, soldados, ganaderos,
carpinteros, herreros, sastres, constructores..., es decir, todos los
oficios destinados a cubrir las necesidades básicas y primarias. ¿Lo
ves? Pero, como las necesidades del hombre no tienen límite, en esta
sociedad no podrán faltar los profesionales responsables de
satisfacer las apetencias sobrevenidas y superfluas. Habrá también
afamados sastres, maquilladores, actores, decoradores, cocineros,
pasteleros, gastrónomos, enólogos y críticos especialistas en la
alta cocina...
-La verdad es que no
hay jungla más espesa que la sociedad humana. A veces tengo la
impresión de que este mundo nuestro se parece demasiado a una
inmensa tela de araña en la que nosotros, los ciudadanos de a pie,
somos las moscas. Cuanto más nos movemos por esta tela pringosa,
tanto más pringados, tanto más inmovilizados y tanto más
esclavizados. ¡Asco de vida ésta, tú!
-No te me vayas por
los cerros de Úbeda de la divagación, que aquí el director del
discurso soy yo. Como te iba diciendo…
Mira ahora lo que naturalmente debe suceder a los individuos
entregados a la vida nómada cuando este otro individuo trate de
persuadirlos de que su dieta a base de harina de bellota es algo
tosco y primitivo y de que existe una amplísima y variada gama de
posibilidades en lo que respecta a la alimentación. ¿Qué crees que
dirán cuando trate de explicarles el arte de la fermentación y
posterior destilado de las uvas? ¿Crees que entenderán lo que se
les explica? ¿Crees que, acostumbrados como están a la más
absoluta inmediatez, tendrán la paciencia de aguardar varios años o
décadas hasta que el producto esté en su punto de sazón?
-Dirán que es
demasiado tiempo y que no merece la pena esperar.
-¡Efectivamente! Pues
bien, similar a la de estos recolectores de otros tiempos es la
actitud de quienes se confían ciegamente y de manera incondicional
al testimonio de los sentidos. Los unos recolectan bellotas y huevos
de pajarillos y los otros impresiones dispersas. Los unos renuncian a
las exquisiteces del paladar y los otros a las delicias y a la
embriaguez de la memoria, de la imaginación y del entendimiento.
Porque has de saber, si acaso no lo sabes, que la embriaguez más
poderosa es la que se obtiene después de haber apurado la ambrosía
del saber y de la comprensión.
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