Aunque no lo parezca, esto es una llamada de socorro.
He decidido avanzar un par de páginas del escrito que me traigo entre manos en estos momentos porque llevo unos días dudando de la viabilidad del proyecto. No sabría decir qué me pasa. El caso es que las ideas con que rellenar cuartillas, cuadernos y kilobites no me faltan. Antes bien, creo que me sobran. De hecho, no sé ni cuántos cuadernillos repletos de notas tengo por ahí arramblados en los estantes y cajones. Sin embargo…, cuando se trata de sentarse a escribir, cuando se trata de sentarse para ayuntar celestinescamente estas ideas las unas con las otras, noto como una cierta rigidez que…¡Los nexos! ¡Son los nexos!...Todas esa caterva de preposiciones, conjunciones, relativos y conectivas…¡Esos son los culpables! Siento como si se hubiesen vuelto remolones y fondones, como si hubiesen perdido esa cadencia pélvica suya por la que siempre se han caracterizado. Y, la verdad sea dicha, no sé qué hacer. Uno no está acostumbrado a ciertos gestos, como el de tener que forzar a las palabras a hacer lo que en verdad no quieren hacer. Es posible que la culpa sea de los neurotransmisores y de todos esos churretes responsables de lubricar la mielina a cuyo través se produce el placentero tráfago sináptico. Pero…, si realmente se trata de esto, ¿cómo evitar la disfunción? Dicen que las anfetas dan muy buenos resultados, a pesar de los efectos secundarios, pero es que uno es un pelín cobarde –o demasiado prudente- para optar por este tipo de experimentos; dicen que otras sustancias, estas legales, también suelen facilitan la cópula eidética, pero ¿cómo camelar al médico que ha de recetarlas?; y dicen que, en la mayoría de los casos, se trata de un problema de inseguridad y de falta de confianza. Así que…, la pelota está en vuestro tejado.
Sé que los que me leéis sois cuatro gatos, que sois pocos, pero también sé que sois leales. Al menos de momento. Así que sentaos ante el teclado y…¡decidme algo, cohone! Que sea bueno o que sea malo es lo de menos, lo importante es que me digáis cuál es vuestra opinión acerca de estas líneas que os anticipo. ¡Por cierto! Se me olvidaba explicaros de qué va el referido escrito. Se trata, básicamente, de un diccionario poco o nada convencional. Tan poco convencional, que he decidido calificarlo de apócrifo ya de entrada. Quizás lo más parecido a lo que pretendo hacer sea El diccionario del diablo, de Ambroise Bierce, y el Diccionario de lugares comunes, de Flaubert. Precisión filosófica, humor y subjetivismo connotativo son los rasgos más o menos comunes a la mayoría de las voces que hasta el momento llevo definidas.
Paso el dedo índice por el lomito ergonómico del mause, lo deslizo hacia la izquierda, presiono hasta hacer clic, marco un par de páginas en negrita para seleccionar, presiono el botón de la derecha, pincho en cortar, pego y…Esto es lo que sale:
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FRANCIA.- Reserva creada con el fin de proteger y defender la Cultura europea autóctona de las amenazas que trae consigo esa culturilla invasora que, de manera oportunista, suele llegarnos a través de los conductos de desagüe de los mass-media. Francia –como reserva cultural- y los franceses –como proteccionistas a ultranza- representan el último bastión donde todavía hoy es posible disfrutar de las magníficas vistas que suele deparar la práctica de la theoría. El resto del mundo, en mayor o menor medida, es un auténtico erial donde sólo germinan las ideas transgénicas y adulteradas. El mundo, de hecho, se haya hoy día dividido en dos partes cuantitativa y cualitativamente descompensadas. Por una parte, el dominio anglosajón, al que le corresponde un noventa por ciento de lo cuantitativo y un diez de lo cualitativo; por otra, el dominio galo, con un noventa por ciento de lo cualitativo y un diez de lo cuantitativo. Las diferencias entre las cosmovisiones que hacen suyas ambas partes son igualmente abismales: mientras los franceses adulan el paladar con la bebida y la comida, los del dominio anglosajón se emborrachan y se ceban; mientras los franceses van a los colegios, liceos y universidades públicos, los anglosajones acuden a hogares para indigentes mentales; mientras los franceses disfrutan con el buen cine, con la ópera y con el teatro, los del septentrión se reúnen en el pub o en el Burger King de la esquina.
Ver las voces INGLÉS, GLOBALIZACIÓN, INTERNET.
FUNCIONARIADO.- 1. Versión profana y secular del mito judeo-cristiano sobre el paraíso terrenal. Si lo característico de éste último es que se disfruta de entrada, pero que te pueden expulsar en cualquier momento, lo característico del funcionariado es justo lo contrario: lo realmente problemático es el acceso. En efecto, una vez que el titular toma posesión de la plaza, no hay un dios capaz de conseguir que éste renuncie a su disfrute. Aquellos individuos que deciden opositar a alguna de las pocas plazas que todos los años salen a concurso saben que les espera una larga temporada de privaciones y de rigor ascético a la que, para colmo, han de sumar los muchos años dedicados a la instrucción y a la meditación en soledad. Saben también que las puertas a cuyo través se accede al jardín del edén del funcionariado están guardadas por una serie de ángeles con bolígrafo flameante, generalmente cinco, cuya función principal es plantear una serie de enigmas que ya los quisiera la terrible Esfinge para su repertorio. Pero saben, sobre todo, que no hay vida como la que les aguarda en el más allá de estas puertas y que, si la hay, sólo podrá ser calificada de tal en tanto licencia literaria. 2. Cuadratura del círculo de la civilización occidental. El funcionario consigue aquello que la mayoría de los individuos no pueden ni soñar: unificar principio del placer y principio de realidad, es decir, la erotización del trabajo. Ver la voz OPOSICIÓN.
FÚTBOL.- 1. Modalidad deportiva de naturaleza totalitaria y absolutista que, por no hallarse a gusto con su condición de modalidad, aspira a usurpar el lugar que sólo a su género corresponde. Es por ello que exige ser nombrada con el distinguido apelativo de deporte rey, que es lo mismo que decir primus inter pares, deporte entre los deportes o, haciendo uso del lenguaje teológico, deporte no hay más que yo, el único. El fútbol es para los restantes deportes lo que el dios monoteísta es para la muchedumbre de los dioses paganos. 2. Narcótico legal que puede ser administrado por vía visual, por vía auditiva, o por ambas simultáneamente, diseñado en los laboratorios más punteros de la Pérfida Albión con el fin de suplir las propiedades sedantes antaño encomendadas a la adormidera y a sus derivados, pero evitando efectos secundarios tan nocivos como los viajes astrales o la comunión mística con lo trascendente. 3. Sinecura excepcional del sistema diseñada por los políticos sobre el modelo de su propio quehacer con el fin de ofrecer una salida laboral a quienes no consiguen titular en la ESO. 4. Actividad favorita de muchos hombres debido a que les permite sobarse públicamente con otros hombres sin tener que soportar comentarios despectivos y de mal gusto. 5. Opio del pueblo. Los únicos misterios insondables que sobreviven en nuestro actual mundo secularizado son los del fútbol –el fútbol es así, para indicar que no hay que darle más vueltas al asunto-. Lo mismo podríamos decir de las antiguas discusiones bizantinas sobre el sexo de los ángeles y cuestiones similares –que si Messi, que si Cristiano…-. Ver la voz DEPORTE.
G
GATILLAZO.- Forma de estraperlo consustancial al comercio sexual. Tanto en éste como en el ordinario, los episodios que se constatan son siempre mayores, con diferencia, que los oficialmente declarados.
GATO.- 1. Animal salvaje que, gracias a su inteligencia, ha aprendido a hacerse pasar por doméstico y a manipular al hombre para que éste se preocupe de proporcionarle refugio y sustento. 2. Animal al que todos los intelectuales veneran por su porte aristocrático y, sobre todo, porque, a diferencia de lo que ocurre con el perro, no consume tiempo -ese elemento tan valioso y necesario para el hombre de letras-. Ver la voz PERRO.
GINECÓLOGO.- 1. Especialista en mística inversa. 2. Ocupación que no hemos de desear ni a nuestro peor enemigo.
GLOBALIZACIÓN.- 1. Nombre que recibe el American Way of Life cuando deja de ser una simple influenza para convertirse en pandemia. 2. Tsunami gigantesco, cuyo origen está en una falla conocida como Neoliberalismo, que avanza imparable a lo largo y ancho del globo terráqueo nivelando y aligerando todo lo que encuentra a su paso. 3. Metástasis galopante del tumor neoliberal. 4. Acto de comunicación total cuya comprensión requiere tener en cuenta los siguientes elementos: mercados –emisor-; consumidores potenciales –receptor-; cine, televisión e Internet –canal-; lengua inglesa –código-; American Way of Life o forma de vida consumista –mensaje-; aldea global –contexto-.
GÖDEL.- (Teorema de -). 1. Se trata de un teorema que nos informa de la imposibilidad de que un sistema formal axiomático pueda ser coherente y completo simultáneamente. Si es completo, será incoherente; si es coherente, no podrá ser completo. Dicho en román paladino: teta y sopa no caben en la boca. Como la manta que nos han dado para protegernos resulta demasiado pequeña, sólo podemos cubrirnos los pies si previamente hemos dejado al descubierto la parte superior del torso, y viceversa. 2. Versión formal de la Teoría de la Gran Objeción Ontológica, según la cual el polisíndeton de la existencia siempre ha de terminar con un gatillazo adversativo inevitable. 3. Prueba formal del carácter deficitario y chapucero de la labor creadora de la divinidad. Ver las voces PERO, TGO, INCERTIDUMBRE (Principio de -).
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